Domingo 31 de diciembre. 10:00 de la mañana. Hace frío en el exterior, mucho frío. Se prevé una gran ‘pelona’ para despedir este 2023. Nos encontramos en la recepción del club, esperando a que el resto de jugadores empiecen a llegar. Poco a poco empiezan a llegar, y tras unos primeros comentarios, unas risas entre rivales y amigos, empezamos a sortear el orden de las pistas de juego. Nos metemos en pista y empezamos a calentar, con las nuevas pelotas que nos han facilitado desde la recepción del club.
Inicio tranquilo, golpeas largos desde el fondo de la pista
Empezamos a cambiar esas sonrisas, por unos rictus más serios, más concentrados. Seguimos calentando y empezamos a subir a la red, mientras nuestros rivales nos juegan con un poco más de intensidad. Realizamos las primeras voleas que, poco a poco, dejan de ser de calentamiento para ser más serias. Esto se pone más caliente. Comenzamos con las bandejas y remates. Tranquilo. Sigue siendo calentamiento. No es real. Ahora empiezo a ver mejores y peores caras en todos los jugadores, en función de estos últimos golpes de calentamiento. El reto se acerca.
Nos toca. Ahora suben nuestros contrarios. Analizamos sus voleas, les buscamos el revés, la derecha. Bajamos el ritmo, lo subimos… empezamos a ver por qué lado pueden flaquear más y por dónde no deberíamos jugarles. Bandejas, y remates. Aquí vemos el real poderío de nuestro rival.
Ya tenemos una ligera idea de por donde debemos ir; como les debemos jugar; tenemos nuestra táctica en la cabeza, lo tenemos claro, si, muy claro. Notamos como la ansiedad empieza a brotar. Queremos empezar ya el pozo competitivo. ¡Ya por favor, ya!
Pero, sobre todo, como ocurre en este club, la idea es pasarlo bien, con nuestros rivales y amigos
Pero nuestra querida árbitro, que lleva el conteo del tiempo, sigue sin aparecer por la pista para indicar que el partido debe empezar. Aún no viene. Sigue creciendo nuestro nerviosismo. Y, de repente, escuchamos el sonido del silbato. Ya empieza. Bola para ver quien saca. Ganamos. ¿es bueno?, ¿es malo? Nunca se sabe.
En las próximas dos horas, en partidos de veinte minutos, veremos en qué pista terminamos. Podemos acabar en cualquiera de las seis pistas, pero la idea es quedar en la primera, ser el mejor, o por lo menos, el más competitivo. Pero, sobre todo, como ocurre en este club, la idea es pasarlo bien, con nuestros rivales y amigos. Tras dos horas, nos volvemos a juntar. Nos saludamos, hablamos, nos tomamos un refrigerio, y volvemos a ser amigos, además de rivales, comentando cada partido, cada punto, cada momento. Enhorabuena a todos por el buen ambiente generado justo a final de año.
Porque el 2024 siga siendo un gran año de pádel.
Muy bueno profe!! Padelsur es el mejor club.