Todos aquellas personas que han competido alguna vez, que han jugado un pozo o cualquier torneo, saben que, como ya comentamos en otro post, no es lo mismo jugar que competir. Ese gen competitivo, puede hacer que una persona que no es muy buena, se convierta en una máquina de juego, en alguien infranqueable, que se convierte en un profesional, que no hay quién le pase. Todos sabemos que eso ocurre con cualquier jugador competitivo.
Igualmente, no es lo mismo estar dentro del 20×10 que estar viendo dicho torneo desde la grada, desde fuera del campo. Todos conocemos alguna persona que nos da una serie de consejos, de cómo debemos jugar, qué debemos hacer, cómo tenemos que ejecutar esa bandeja; si debemos ser más agresivos, más conservadores, buscar más el centro o la valla. No es lo mismo estar dentro de la pista que fuera, eso es fácil de entender.
Pero la pregunta del millón es: ¿debemos hacer caso? ¡Cuidado!
Cuando tenemos cerca a un profesional que nos está aconsejando puede ser interesante hacerle caso. Lo más normal es que los consejos que nos den sean coherentes y tengan mucho sentido… ”Ponla al medio, no se enteran por ahí”; “juega con el jugador del drive, que no huele una”; “el rival del revés está cansado, debéis apretar…”.
De quién vienen los consejos
Eso está claro. Un profesional, como hemos comentado anteriormente, nos darán una serie de ideas de cómo debemos jugar, que, insisto, en la mayoría de los casos serán para hacernos mejorar. Y debemos tenerlos en cuenta. Pero, si el consejo nos lo da un amigo o una persona que está viendo el partido como mero espectador o un cuñado… ¡cuidado!
El efecto que se puede conseguir es justo el contrario, por mucho que dicha persona lo haga de buena fe. Lo que se puede conseguir es que la cabeza se nos embote. “Juega a este…no, no, al otro que es peor. Para para. Mejor por alto. ¡No, por bajo!”. Y lo único que nos ocurre es que volvemos a la cancha con más dudas, con peores sensaciones, y a lo único a lo que estamos abocados es a una derrota con malas sensaciones.
Jugando, la presión es diferente
Desde fuera de la pista la visión es mucho más fácil que desde dentro, en la mayoría de los casos, ya que no tenemos la presión que se tiene en el interior de la misma, pero, en muchas ocasiones, aunque desde fuera lo veamos claro, lo único que hacemos es darles a nuestros compañeros una serie de consejos que no son correctos, o que pueden perturbarnos.
Todos somos conscientes de que hay muchos tipo de partidos y, al igual que en ocasiones se debe acelerar la bola, ya que los rivales no se hacen con dichas pelotas, en otras ocasiones debe ser al revés, y debemos bajar el ritmo, ya que los contrincantes se encuentran muy cómodos con el ritmo alto, pero no con el bajo.
Insisto en que, desde fuera, se ve muy fácil, pero debemos ser prudentes, tanto estando fuera como dentro, y sobre todo, hacer caso a los profesionales y no a los amigos que nos están viendo, que en muchas ocasiones nos dan una serie de parámetros que no solo no son correctos, sino que nos hacen perder más que ganar.
Los amigos y dichos consejos es mejor dejarlos para el final del partido o del torneo, tomando algo, y departiendo con un refrigerio. Dentro del mismo, insisto, en coger solo los consejos precisos y de aquellos profesionales que realmente sepan guiarnos por el buen camino.