El compañero en el pádel. El compañero… ¡Oh, capitán, mi capitán! Como citaba Whitman, todos los que tenemos relación con el pádel, sabemos que, al ser un deporte donde juegan dos personas, tenemos que tener un compañero a nuestro lado que nos ayude a pasar un buen rato, y por supuesto, si puede ser, a ganar.

Lo normal es que tengamos a una o varias personas con las que solemos jugar de forma habitual y que ya nos conocen, como nosotros también los conocemos; que saben nuestros defectos y nuestros puntos fuertes, al igual que yo conozco los suyos.

¿Qué ocurre si no conocemos a nuestra pareja?

En cuántas ocasiones hemos tenido un camarada al lado que no nos satisfacía lo más mínimo. No estamos hablando de rasgos físicos, como es natural, da igual que sea rubio, moreno, calvo, chico, chica… no, estamos hablando de una persona con la que no podemos relacionarnos en la pista sin que salten las chispas. Da igual lo que pase. Me da mala espina; no le conozco, pero ese rictus… no me gusta. Tiene pinta de no jugar nada y, encima, de creerse muy bueno, de ser un fanfarrón…ya verás…ya verás…

Tenemos que tener en cuenta que, por muy buenos que nos sintamos, esa persona que me ha tocado en el sorteo del pozo o en la aplicación o me han puesto en el club, y de la que pensamos que es un “paquete”, puede que opine de mí, exactamente lo mismo. Os dejamos unos consejos prácticos para que disfrutéis y para que la cosa sea siempre positiva.

Primer paso: una gran sonrisa

Lo primero de todo es tener una sonrisa. Que nuestro compañero de partido sienta que no nos estamos jugando la vida en el partido o en el torneo, sino que venimos a pasar un buen rato. No pongamos esas malas caras desde el principio, sino todo lo contrario: mantén un rictus positivo en todo momento y más en la presentación con el compañero al igual que con los rivales que nos toquen.

Segundo paso: tranquilidad

Cuando empiece el partido, juega tranquilo, dando confianza a tu nuevo socio dentro del 20×10, que sienta que confías en él. Es importante que, por muy bueno que nos sintamos, no invadamos el campo del compi y, sobre todo, que no queramos ir a todas las bolas. Eso generará una mayor imprecisión de nuestro aliado, y sobre todo, generará una antipatía constante. Deja que juegue.

Por supuesto, si tienes que decirle algo, porque haya fallado, no haya visto algo claro o meta la pata, díselo siempre con mucha tranquilidad. Sin alaridos, ni malas caras, ni tratándole como si fuera inferior. Dentro del pádel, como en la vida en general, la cabeza es muy importante, así como el ánimo que tengamos en todo momento. Un compañero motivado, feliz, alegre de poder jugar a tu lado y pasar un buen rato, va a ser siempre una persona que nos va a dar mucho dentro del campo y, por supuesto, que querrá volver a jugar con nosotros en otro evento.

Si por el contrario, ponemos mala cara, chillamos o metemos la pata, iremos poco a poco hundiendo al compañero, y donde había un fallo puntual, notaremos que empieza a haber fallos constantes. Nuestra diversión pasará a un segundo plano, y será poco menos que una pesadilla.

Por tanto, confía en el compañero, ten un feedback positivo, anímale, hazle sentir importante, y apóyale constantemente. Recordad: no es un juego de una sola persona. Somos dos. Y, ante todo, recordad que es un juego de entretenimiento, no una obligación (para los amateurs, claro). Disfrutad, pasad un buen rato y, por supuesto, jugad con todo el corazón, pero recordando que al final del partido, debéis estar satisfechos de todo lo que habéis dado en la pista y, por qué no, esperando que ese nuevo compi, lo sea más veces en la cancha y en el postpartido. Estoy convencido, de que tenéis o habéis tenido alguna vez una sensación afín a lo relatado. Espero vuestros comentarios al respecto de vuestro compañero.